A cien años del nacimiento de Beatriz Guido, nos reunimos para recordarla y rescatar el rol esencial que jugó en la literatura, el cine, la promoción de la cultura y la defensa de la democracia en los primeros años de la transición. Se anunciará la aparición de un nuevo ensayo escrito por José Miguel Onaindia y Diego Sabanés, y la reedición de su obra por la Editorial Eudeba. 

Beatriz Guido nació en Rosario el 13 de diciembre de 1922, hija del arquitecto Ángel Guido y de la actriz uruguaya Bertha Eirin. Fue la mayor de tres hermanas que se criaron en un ambiente de exaltación de las artes. Desde niña participó de las tertulias familiares con  personalidades de la intelectualidad de la época, viajó a México, Estados Unidos y Europa con su padre durante la década del 30. Estudió filosofía en Buenos Aires y en la Europa de posguerra. Desarrolló una inclinación por los autores existencialistas a los que tradujo, estudió y entrevistó. Publicó notas en revistas y tres libros de los que renegó. 

En 1954 se consagró con “La casa del ángel”, que ganó el premio EMECÉ. Conoció a Leopoldo Torre Nilsson, con quien años después comenzó una relación sentimental y artística única. En 1957 Argentina Sono Film produjo la película sobre la novela, dirigida por Torre Nilsson, siendo la primera en competir en Cannes con excelente repercusión en la crítica especializada. Se convirtió en una escritora del “set” y guionista, una profesional de la escritura que excedió los límites de sus actividades. Sus libros no sólo son grandes éxitos editoriales, sino que dieron base a las películas de mayor repercusión internacional de nuestro cine, algunas de ellas mediante novedosos ejercicios de coproducción. 

Figura pública de excepción que no rechazó ningún medio para expresar sus opiniones sobre temas diversos, y una de las escritoras más leídas de su época que provocó con cada libro una controversia que excede el ámbito literario.  Luego de la prematura muerte de Torre Nilsson continuó su labor narrativa y de guionista para otros directores, y apoyó fervientemente la candidatura de Raúl Alfonsín, quien luego de su triunfo la designó Agregada Cultural de la Embajada Argentina en España, ayudando al regreso de los exiliados, promoviendo las artes en el exterior y recibiendo con generosidad a diversos visitantes.

Murió en Madrid el 4 de marzo de 1988.