En el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, nos preguntamos: ¿quiénes somos?, ¿quiénes son? Acá están nuestras ancestras, nuestras hermanas, madres y abuelas. Son sus ojos, sus manos, sus gestos y sus hogares. Somos todas nosotras poniendo el cuerpo (y los cuerpos) para que el mundo en el que desandamos sea un poco más justo.
Es el abrazo sororo que acompaña en la cotidianeidad de una vida puesta en función de lo trabajoso: parando la olla, maternando pero también disfrutando en los espacios de placer y de goce que pudimos construir. Repensamos nuestros lugares, dónde deseamos estar y donde deseamos ser.
Somos tribu, en este momento donde las consignas son confusas y nos dispersamos repensando(nos), permitiéndonos sembrar nuevas crianzas y nuevas formas de enraizarnos. Es ese el sostén y cuidado que nos damos,reverdeciendo los espacios como jefas de cada hogar.
Son nuestros derechos los que están en pugna y es el trabajo como un modo de vida.
Es la resistencia la que florece de nuestra siembra.