En el arabesco de una pincelada canchera, con óleo untuoso y sugerente; en la superficie blanca e inabarcable; en la lucha con materiales de dudosa nobleza; en los tiempos lúcidos y arrebatados o muertos e insufribles o en los parecidos que no llegan o llegan y desaparecen al toque.

En esas conversaciones que son cualquiera con los modelos-amigos y que se superponen a la música de un celu moribundo, a los sorbos de un mate eterno y al chasquido de una cerveza recién destapada; en el humo mórbido de los cigarrillos bien finitos y tan amorosamente armados que con la baranda de la trementina pican mucosas y enrojecen los ojos; en la ranchada que despliegan estos chabones en mi pequeño taller; en cómo se roban la eternidad en un flash y el vacío que dejan cuando se van.

En el desafío que implica querer seguir con ellos a través de sus colores, formas y accidentes.

En todo esto pienso cuando me preguntan por los chicos a los que dedico mis horas y mi pintura.

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El corpus de obras reunidas para esta propuesta se centra en las actitudes, posturas y miradas de jóvenes que tienen, casi siempre, el torso descubierto. Entre la academia y el retrato, entre el desnudo y el género costumbrista, esta serie de trabajos explora los límites de los géneros artísticos, la potente seducción de la imagen y también la vigencia de la pintura como práctica expresiva, aún en nuestros días.

Sobre el artista:

Santiago Erausquin​

Santiago Erausquin nació en el conurbano bonaerense bajo el signo de escorpio en 1971. Es artista plástico y docente de historia del arte. También escribe relatos. Cuándo le preguntan de qué cuadro es hincha responde de Las Meninas de Velázquez.