Espacios de Creación Margarita Páez

Margarita Páez, una actriz en construcción

En el cálido ambiente de El Gato Negro, el bar notable de Buenos Aires con aroma a especias, sobre la calle Corrientes, la actriz Margarita Páez conversa sobre sus primeros pasos en el teatro porteño. Dice que es un lugar donde se siente a gusto, cerca de los teatros y la vida cultural porteña.

Desde chica, Marga jugaba a disfrazarse, pero no fue hasta los 17 años cuando tuvo su revelación: “Empecé a tomar clases y ahí dije, sí, quiero ser actriz”. Su deseo por actuar la llevó a la escuela de Nora Moseinco, discípula de Hugo Midón y maestra de actuación que formó a una generación de intérpretes como Violeta Urtizberea, Martín Piroyansky, Julieta Zylberberg, Iair Said, Justina Bustos y Mariana Chaud, entre tantos otros. Luego, Páez continuó su camino con el actor, dramaturgo y director Norman Briski, a quien considera su mayor mentor: “De él saco y aprendo todo y me encanta”.

Su debut profesional llegó con Al borde del mundo, cuyo estreno tuvo lugar en mayo de 2024 en la sala B del Centro Cultural San Martín. La obra, dirigida por Ana Kowalczuk y Camilo Polotto Javkin, marcó un antes y un después en su carrera: “Nadie pensó que fuéramos a agotar todas las funciones. Fue una experiencia hermosa a la que no tengo nada que reprocharle”. La construcción de su personaje, Rosario, fue un proceso de prueba y error, donde la interacción con el público fue clave: “Yo empecé la obra diciendo ‘no quiero hacer reir a nadie’. Nosotros no esperábamos que fuera a ser una comedia, fue surgiendo a medida que fue viniendo el público y fuimos haciendo la obra”.

Más allá del teatro, el cine la seduce cada vez más: “Me encantaría actuar frente a cámara porque es muy distinto del teatro. Es otro tipo de actuación, mucho más chiquito, preciso y técnico, que se expresa de otra manera”. Tampoco descarta la idea de un proyecto que le permita combinar al teatro con la música, el primer arte al que se acercó por influencia de su padre, Fito Páez, quien ya a sus seis años le legó a su profesora de piano, Violeta de Gainza.

La actriz confiesa que si pudiera cambiar algo de su recorrido, tal vez empezaría a estudiar teatro desde más temprano. Sin embargo, cree que su camino fue el correcto y declara su deseo de seguir avanzando en la misma línea, abierta a las sorpresas que se presenten. Mientras tanto, encuentra en El Gato Negro su escenario favorito de la ciudad y que, de una u otra manera, la mantiene en contacto con el teatro: “Este lugar simboliza un poco la calle Corrientes para mí. Vengo siempre y disfruto de estar acá, aunque sea un ratito”.

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